Un viaje fotográfico sobre la lucha interna contra la Alopecia Areata.

Protagonista Lidia Gil Robles
La historia de Lidia​​​​​​​​​​​​​​
Con tan solo 15 años a Lidia le diagnostican Alopecia Areata. Empezó de una manera sutil y llevadera, con una calva del tamaño de una moneda de 50 céntimos a la que no dio mayor importancia. No fue hasta los 17 cuando tuvo un brote más severo. “Fue en ese momento en el que sentí que realmente yo tenía mala suerte”.
Durante 18 años, Lidia se ha sometido a multitud de tratamientos, con mayor o menor efectividad, pero finalmente el 1 de marzo de 2023, a sus 33 años, ha tomado la decisión de abandonarlos y dejar que la alopecia lleve su curso. ¿Su objetivo? Vivir tranquila, sin la necesidad constante de mantener el pelo.
Las innumerables infiltraciones directas en la cabeza, años de varias pastillas diarias, tratamientosexperimentales, 3 años de pinchazos semanales etc. desencadenaron una serie de efectos secundarios como el cansancio, la desaparición del periodo, el desarrollo de un mioma o episodios de ansiedad que surgían como consecuencia de oler el alcohol desinfectante que empleaba antes de cada pinchazo medicinal. Por ello, lidia ha cogido las riendas y ha tomado la decisión de abandonar todo tratamiento, haciendo frente a la alopecia de una manera positiva con la necesidad interna de dejar de vivir constantemente pendiente de que el pelo se mantenga. Esto conlleva una lucha interna no solo por saber asumir la pérdida del pelo, sino una duda constante sobre si mostrar al resto la calvicie o tratar de ocultarla.
Asegura que vivir con la alopecia es un proceso mental complicado y que el apoyo en gente cercana es necesario. Para ella su hermana Cintia y Raúl, su pareja, son sus pilares fundamentales en el día a día. Pero no siempre tuvo esa suerte, “siendo calva a ti quien te va a querer” le llegó a decir su expareja. A pesar de ello, Lidia es una persona positiva y asegura que de esos episodios le tocó “aprender y crecer”.
Hoy Lidia se “desnuda” en este proyecto en el que se muestra a una mujer que deja finalmente la medicación y afronta con tranquilidad y optimismo esta nueva etapa. “Creo que no he estado tan contenta nunca”, asegura Lidia mirando a cámara y luciendo un moño que entre deja ver sus calvas de la manera más bella y natural.
“Tienes que forzar a la cabeza a entender que dejar la medicación no es tirar la toalla.”
Lidia y su hermana menor Cintia
“Con mi medicación no podía ser madre, personalmente nunca me lo he planteado, pero hay personas con alopecia que sí querrían serlo; y es entonces cuando te enfrentas a la decisión de elegir entre tener un hijo o mantener el pelo.”
Una de las situaciones más cotidianas para cualquier persona, para Lidia es un episodio doloroso. Lavarse la cabeza se convierte en un momento de angustia que a día de hoy aún no tiene superado.
Durante uno de sus tratamientos que duró seis meses, Lidia iba a realizarse infiltraciones con corticoides en el cuero cabelludo, probando suerte para evitar que las “placas” (calvas) siguieran creciendo.
Cada sesión eran 30 o 40 pinchazos en la cabeza, seguidos de un dolor intenso.

“Dolía, y aunque sabía que no iba a recuperar el pelo con ello, tenía la esperanza de que las placas no se hicieran más grandes.”
“Los médicos siempre te dan esperanzas de que te va a crecer el pelo de nuevo, estaría bien que si ven que eso no va a ocurrir, se centren en proporcionarte la ayuda psicológica que en ese momento puedas necesitar.”
Con esta frase Lidia busca reivindicar la deficiencia sanitaria que existe en este aspecto. El apoyo psicológico es extremadamente necesario, pero no se proporciona. Los profesionales se limitan a evitar que pierdas esa esperanza ofreciendo tratamientos diversos, pero el acompañamiento psicológico resulta vital en algunas de las fases por las que pasan los pacientes.
A Lidia le diagnosticaron la alopecia con 15 años, hoy tiene 33 y su primera sesión con un psicólogo la tuvo hace un año y medio. Durante más de 17 años, el único apoyo que ha tenido ha venido de sus familiares, pareja y amigos. Pero nunca de un profesional.
“Ahora estoy tranquila, no estoy constantemente pendiente de que la medicación funcione o no. Dejo que fluya, que sea el propio pelo el que decida si se cae o se queda.”
“Cuando la calvicie total llegue, pues ha llegado. Tener constantes expectativas de mantener el pelo es lo que mentalmente puede hundirte.”

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